Hace trece años escribí: «Todos perseguimos algún objetivo y luchamos por conseguirlo, es nuestro motivo de vivir y somos felices luchando por ello. Es lo que podríamos decir sueño, es aquello que nos mantiene la cabeza ocupada durante todo el día, y nos esforzamos para que algún día este sueño que hemos emprendido llegue a lo mas alto”. Por aquel entonces tenía 16 años y decidí que era el momento de coger la maleta y emprender ese viaje que tanto deseaba, así que impulsada por la ilusión, el inocente deseo de comerme el mundo y el apoyo incondicional de mis padres, que durante toda mi carrera me han acompañado, me traslade a Valencia para empezar mis estudios oficiales de danza.
Durante el transcurso de este periodo he vivido en diferentes ciudades, hasta instalarme en Barcelona. Me gradué en danza contemporánea y en Psicología educativa y me formé en interpretación y danza aérea (telas, aro, trapecio fijo, cuerda lisa, danza vertical y danza con arnés). Actualmente compagino el trabajo como docente e intérprete, así como coreografiando y dirigiendo mis propias creaciones.
Lo que soy ahora, es parte de todo lo que mi corta, pero intensa experiencia en este mundo me ha enseñado. Es curioso que en mis inicios, aún sin saber lo que me iba a deparar el futuro, describiera este camino como el vuelo de un sueño, ese sutil vuelo que actualmente caracteriza mi movimiento. Porque para mí la magia de la danza aérea, es como el ligero, fluido y elegante vuelo de una mariposa, esas mariposas que Silvio Rodríguez describe como “bailarinas silenciosas”.
Porque como bien dijo en su día la gran bailarina Martha Graham: “Nuestros brazos comienzan en la espalda porque una vez fueron alas”, alas para volar, para dar vida a nuestros sueños, para bailar con el viento…